martes, 20 de julio de 2010

DePedro II

Fuí a buscarte al atardecer al lago, cuando los nenúfares se abren alfombrando un agua que se adivina fresca, casi helada. Me senté en la hierba y rocé la superfície con los dedos, y por el sendero de la derecha ví acercarse una sombra. Una mujer que andaba apresuradamente dejó un bebe envuelto en una manta a mi lado, y lo destapé porque hacía mucho calor. Tuve que cuidarlo durante días, evitando que sus necesidades devinieran en deseo. Y en el úlitmo momento, me dí cuenta de que no eras. Así que te devolví a la mujer que no me dejó ver su rostro, y caminé hasta que llegué a una cabaña en el bosque. Entré y pase horas limpiando, organizando y cocinando para que todo estuviera listo cuando llegaras, y a las diez en punto un niño de quince años llamó a la puerta. Intenté que hablaramos en la comida, pero quería ver la television .Cuando nos sentamos en el sofá, se puso a jugar a la play. Después de una semana recogiendo camisetas y con momentos de silencios salpicados por compras de juguetes y rabietas nunca conclusas, llamé a protección de menores y volví a hacer la maleta. Tampoco te enontré ahí.
Para cambiar de aires, pero sin abadonar mi objetivo final, me fui al acantilado. Allí había un faro, y tras acondicionar mi habitación, se abrio la puerta por la mañana con un sol cegador. Estuvimos tantos días que perdí la cuenta, hasta que empezamos a aburrirnos por los vacíos que se iban haciendo en nuestro interior; vacío que intentamos llenar absorviendo parte de nosotros mismos, creyendo que eso era estar juntos; pero lo único que conseguimos fue hacernos tanto daño que me dió igual estar muerta o viva. Pensé que te encontré; pero me equivoqué. Y como no quería buscar más, ni encontré mis perlas, me subí al barco que va a ninguna parte, y me quedé allí tumbada viendo vidas enteras pasar por mis ojos.
Ya sé que no estás. Pero a veces me parece ver reflejos de ti en algunos ojos, hasta que escucho lo perfecta que soy, y en seguida lo que debo cambiar para encajar de verdad con los ojos de turno.
A veces me callo horas enteras. Otras no puedo dejar de hablar, y me río de todo lo que pasa y de lo que no. Necesito mi tiempo sola en casa, y necesito horas en la calle. A veces soy preciosa, otras increiblemente horrible. Soy generosa y extremadamente egoísta. Inventaron la palabra narcisismo porque yo iba a nacer. Represento la independencia independiente de una mujer que creció a empujones. Y no quiero que me cambies, ni que me empujes tú, ni que me desprecies por ser como soy, ni que me adores en un pedestal en el que no nos vemos los ojos. Quizás en otra vida. A lo mejor en otro momento.
Te sigo soñando, no te sigo buscando.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Después de mucho navegar, naufragar, tragar agua salada y alguna que otra pequeña gema que aún guardaba en sus intestinos, produciéndole pequeñas punzadas de vez en cuando, por fin creyó divisarte en aquel puerto de brumas, esperando pero despistada, en el muelle de San Blas.
Desconfiado al principio, pues otras voces había escuchado antes, sirenas ignorantes de su propia naturaleza destructiva, produciendo daños en el casco que pudo reparar, pero con los que a veces al echar un vistazo en la bodega, la encontraba con charcos.
Llegaba a tierra y peleaba con ogros temibles, que no eran más que molinos de viento, pero llegó a tus brazos y se sintió cómodo, embriagado en tu olor, acariciado por tus cabellos. Emocionado te besó, disolviéndose en tus labios. Te miró, y no eras tú.

Anónimo dijo...

Para mí siempre serás tú. Imposible mirarte a los ojos y no reconocerte;inalcanzable, porque no tienes una naturaleza destructiva, sino incomprensible por su complejidad, llena de dulzura y demasiado difícil para la gente sencilla. Eres tú. No puede ser otra.

Anónimo dijo...

Cuando tenía diez años escribí una canción imposible cuyo estribillo decía: eras tú, eras tú pero con máscara neeeeegraaaaaaaaa. Mi hermano mayor le puso música con el PT1.
Me preocupa tener 37 y sólo recordar el puñetero estribillo de la canción

Elena dijo...
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