miércoles, 1 de septiembre de 2010

Uno es el foco que me alumbra y que ni de noche se apaga.
Uno más uno son dos,
dos es una unidad, aquí hay dos unos;
no por llevar la contraria,
que eso no nos gusta a ninguna de las
tres virtudes defectuosas que hablamos por turnos
en esta cabeza alargada.

Cuatro son las patas de mi cama
y todas convergen en cruz oblicua en la almohada
donde encuentan el centro exacto de este juramento.

Cinco son los pecados que me asignaron,
ya he gastado dos y medio,
así que espero portarme bien para alargar el resto.

Seis verdades he dicho;
siete veces las he callado.
Ocho son los oyentes,
nueve los olvidados.

Diez guijarros hacen la línea del camino,
cinco he regalado;
cuatro he previsto
dar por perdidos.

El úlitmo me lo he comido,
cero ratos han quedado.

1 comentario:

Maritza dijo...

Interesante tu texto!, "sesudo" y matemático... Con algo de introspección a tu alma, también.
Felicito tu creatividad!

Abrazos.